Aunque lo había prometido hace tiempo, los comentarios sobre el concierto de Big Sur que aparecieron hace unos días han animado a uno de los playeros asiduos y mirad lo que nos envía para disfrute de todas las personas que nos asomamos a esta playa:
“Por aquel entonces me encontraba yo en la zona de Berkeley frente a San Francisco, recién finalizados los cursos de inglés que me llevaron por allí. Bastante imbuido en el ambiente hipioso de la Telegraph St. de Berkeley (“For what is worth?”) y en la bohemia del barrio italiano de San Francisco (No dejen de visitar el Café Vesubio si están por allí). En ese momento de vacaciones ya totales decidimos junto a un par de colegas emular a Kerouak y su generación beat y a falta de presupuesto y tiempo para cruzar hasta NY, o recorrer la “route 66”, al estilo beat aunque 40 años después, pensamos en una alternativa bastante acorde y también envidiable como bajar por la Autopista 1 (Scenic Highway one) desde San Francisco, hasta Tijuana, recorriendo la costa del Pacífico.
Con el tanque lleno de gasolina y unas ganas de farra que no os quiero ni contar nos lanzamos a la carretera. La “highway one” como su nombre indica es de las primeras carreteras que se construyeron en California recorriendo la costa de norte a sur. Hoy en día, es una carretera mas bien turística o de paseo, solo tiene un carril y muchas curvas. Pero el recorrido es precioso, una vez abandonada la “Bay area” de San Francisco, va recorriendo bellos bosques hasta la costa del pacífico en las que se pueden encontrar ciudades tan bonitas como Santa Cruz y Carmel by the Sea.
A partir de Carmel vuelves a entrar en una zona muy boscosa y a medida que la carretera avanza entras en la franja marítima del pacífico. La vista es impresionante como a unos 200 kms de San Francisco, la carretera serpentea entre bosques, acantilados y el océano pacífico y las vistas son espectaculares. Los montes de Santa Lucía al este, la ruta hacia el “gran” sur y el océano pacífico al oeste. De tiempo en tiempo se vislumbran pequeñas y ocultas calas, playas de difícil acceso y el azul Pacífico. En esas playas existen áreas de acampada gratuitas en las que puedes pernoctar, y dicen aunque no tuve el placer, que desde los miradores de la carretera y en fechas de migración puedes ver pasar a las ballenas azules y jorobadas en sus rutas de norte a sur y de sur a norte, brincando y resoplando sus surtidores camino de sus destinos ora hacia Alaska, ora hacia el Mar de Cortés. La franja de Big Sur es espectacular y virgen, transcurre por al menos unos 150 kms, entre Carmel y San Luis Obispo, y no me quiero ni imaginar lo que pudo ser asistir a un concierto de Neil Young en esos parajes y en el 73.
Circulábamos boquiabiertos disfrutando con la inmensidad de la naturaleza, del fiero y ventoso pacífico y de los flipantes paisajes de California del norte. Mi mente iba y venía al volante del pequeño auto de alquiler, deseando la compañía de una buena canción, para culminar el momento y el lugar. El vehículo solo tenía radio. Apreté el start y el seek del dial, con la escasa esperanza de poder encontrar una emisora allí en la mitad de ninguna parte. La pantalla digital del aparato buscaba y buscaba, los dígitos saltaban sin encontrar emisión ninguna donde parar. De pronto el dial se detuvo. Ante mi sorpresa de los altavoces del coche surge el griterío del público de un concierto en directo y una voz muy familiar y querida, a capella y sin acompañamiento de ningún instrumento arranca a cantar: “Look out mama, there´s a white boat comming by the river”
Si colegas, era “Powderfinger” en la versión del “Live rust”, y ahí estábamos nosotros, en Big Sur, California, recorriendo la Highway 1, mirando las olas del pacífico, romper contra los roquedales y oyendo al gran Neil Young en directo, en la única emisora que nuestro vehículo podía captar. ¿Qué mas se le podía pedir a tan sublime momento?
Manuel Ruiz Baraibar
PD: Dedicado a Bossano y a Çisco que tan buenos ratos nos hacen pasar.”
Ahora iba a comentarte el concierto y a darte algunos datos sobre el concierto, pero la verdad es que se me han quitado las ganas después de leer el viaje de Manuel. Ya te los daré otro día. Mejor me callo y así puedo meditar con tranquilidad. ¡Gracias Manuel!
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