28 agosto, 2021

Chicago, 1968: de aquella lluvia, estos lodos


Chicago

Según sugarmtn.org Chicago ha sido interpretada 53 veces.


Y podríamos apostar que ya no lo será más... aunque con Neil nunca se sabe.

Apuestas al margen, hoy hace 53 años del germen de Chicago. Y mientras la canción aboga por un cambio que (aún) ha de producirse, aquel día se produjo un cambio muy sustancial que, por desgracia, llegó para quedarse. Y por lo que se ve cada día, para perpetuarse.

Vamos con la máquina del tiempo.

¡ Dentro lectura !

1968. Martin Luther King ha sido asesinado en abril, dos meses después lo es Robert Kennedy. Estados Unidos busca presidente en un año turbulento.

Los estadounidenses confiaban en los noticiarios de televisión. La CBS tenía a Walter Cronkite, "el hombre más fiable en Estados Unidos". Y la NBC, a Huntley-Brinkley. ABC News era la tercera y última cadena de la parrilla televisiva.

ABC News contaba con unas audiencias muy bajas y disponía de un presupuesto irrisorio para cubrir las convenciones nacionales del partido republicano y del demócrata que iban a celebrarse durante el mes de agosto y de las que debían salir los dos principales candidatos a suceder al por entonces presidente Lyndon B. Johnson.

Ante este panorama, el jefe de programación de la cadena propuso dedicar la franja informativa de máxima audiencia a una serie de diez debates en directo con el conservador William J. Buckley Jr. y el progresista Gore Vidal a modo de duelo catódico de lujo (ambos tertulianos eran primeros espadas de la confrontación ideológica) y con Howard K. Smith, un veterano periodista de la casa, ejerciendo de moderador. La propuesta llamó la atención pues por entonces las tertulias políticas y los debates entre analistas eran un producto televisivo apto para la sobremesa o las horas vacías de la madrugada.

Buckley y Vidal se odiaban, con un odio genuino, personal, intransferible y, sobre todo, político que respondía a dos visiones muy distintas de Estados Unidos. Pero ninguno pudo resistirse a la tentación de medirse ante el otro. Ambos anularon sus vacaciones para aceptar la propuesta de ABC News: 10.000 dólares por cada uno de los diez debates, con una duración entre 15 y 20 minutos. Tentador para los ponentes y muy tentador para la audiencia; o viceversa.

La 'cobertura no convencional de las convenciones' que anunciaba ABC estaba asegurada.

El debate se desarrolló en dos fases. La primera coincidió con la convención republicana, celebrada entre el 4 y el 8 de agosto en Miami.

El primer día, como si el destino hubiera apostado a ganador, el decorado que la cadena había preparado para el programa se vino abajo. Ante la premura de tiempo, colocaron a los dos intelectuales con una simple cortina de fondo, enfrentados en dos sillas, como si estuvieran en la sala de espera del dentista, con los pies casi tocándose.


La cobertura de Miami fue tensa y de un alto nivel dialéctico, pero no llegó al punto de ebullición. La opinión más común es que Vidal se adjudicó, con matices, esos cinco primeros asaltos.

Tras una pausa de 18 días, llegó la hora de la verdad. El 25 de agosto, la víspera de la convención demócrata que se celebraba en Chicago, Buckley echó el resto con una actuación memorable. Se había presentado a la fase decisiva del combate armado hasta los dientes y con los colmillos bien afilados. En días sucesivos, el intercambio de puntos de vista en el plató se fue caldeando al ritmo al que lo hacía la propia convención, una auténtica guerra civil entre demócratas que enfrentó al ala conservadora del presidente Johnson contra la izquierda pacifista y que se tradujo también en manifestaciones masivas y graves incidentes de orden público en las calles.

Pero el minuto de oro, el momento de esplendor televisivo que ha pasado a la posteridad, se produjo en el penúltimo asalto, en el programa del 28 de agosto.

Pero para entenderlo en su plenitud, situémonos. Chicago, Convención Demócrata. El partido está dividido. El reflejo del fuego sobre Vietnam parece iluminar las calles de la ciudad. Miles de pacifistas han salido a manifestarse. Frente a ellos, 12.000 policías, 6.000 soldados y 6.000 miembros de la Guardia Nacional (los 'tin soldiers', soldaditos de plomo, según Neil en 'Ohio', 1970). Nubes de gases lacrimógenos. Carreras. Gritos. Lo llamaron la batalla de Michigan Avenue. Lo vio en directo todo el país. Graham Nash compuso 'Chicago' en 1971 después de que el activista contracultural Wavy Gravy pidiera a Crosby, Stills, Nash & Young que actuaran en un acto benéfico para los 7 de Chicago. Estaban divididos: David Crosby y Graham Nash querían hacerlo, pero Stephen Stills y Neil Young no, así que el grupo no lo hizo. En las notas de la caja de CSN, Nash comenta: "Escribí esta canción para Neil y Stephen y para todos los que creía que querían escuchar que lo que estaba pasando con los 7 de Chicago no era justo". CSN&Y la han interpretado en directo 49 veces, 35 de ellas en la gira 'Freedom of Speech' de 2006 (no faltó en ningún concierto de la gira).

Nota ampliatoria: En una entrevista concedida al periódico británico The Guardian en 2015, Graham Nash dijo que esta canción contiene la única frase que desearía no haber escrito nunca. Nash dijo: "Estábamos bastante agobiados. La frase, 'Normas y reglamentaciones - ¿quién las necesita?'. Necesitamos normas. No está permitido saltarse un semáforo en rojo. Hay ciertas normas sociales que tenemos que cumplir. Así que ahora la canto de forma diferente. Digo: 'Algunas de esas normas, ¿quién las necesita?'.

Nota en avance: La ley de Godwin, o regla de analogías nazis de Godwin, es técnicamente un enunciado (pese a que se popularizó como ley) de interacción social propuesto por Mike Godwin en 1990 y que establece lo siguiente: "A medida que una discusión en línea se alarga, la probabilidad de que aparezca una comparación en la que se mencione a Hitler o a los nazis tiende a uno".

Ya en el plató, el debate sube de tono y el moderador, fuera de plano, en una especie de limbo neutral y obviamente ajeno a la ley de Godwin, aunque sujeto a la máxima de que 'el desconocimiento de la ley, o norma, o regla, no exime de su cumplimiento', pregunta como el que introduce un tema de debate más: "¿El hecho de que los manifestantes exhiban una bandera del Vietcong no es un acto de provocación, como enarbolar una bandera nazi en la Segunda Guerra Mundial?".

Vidal argumenta que las situaciones no son comparables, que Vietnam era un país del Tercer Mundo víctima del agresivo imperialismo de los Estados Unidos y que por tanto su guerrilla popular contaba con la simpatía de una gran parte de la opinión pública occidental. Buckley le interrumpe en dos ocasiones para decir que los nazis estadounidenses fueron apartados de cualquier responsabilidad o función política o social durante la guerra mundial y que fue un acto de sensatez y de patriotismo no dejarles expresar sus puntos de vista. Y por si no se ha entendido, deja ir: "Quien apoye a los enemigos que disparan contra nuestras tropas en Vietnam debería ser mandado al ostracismo de la misma forma que lo son los americanos pronazis".

Vidal no pierde la compostura. Pestañea. Mira sus papeles como sin dar importancia a lo que va a decir. Y con tono contenido y dicción perfecta, responde (aunque más bien dispara): "Ya que me siento aludido, diré que el único pronazi o criptonazi al que puedo referirme es usted".

Buckley aparenta haber sufrido una conmoción cerebral. Cuando acaba de encajar la acusación de criptonazi y emerge del estado de aturdimiento, ya ha perdido completamente los papeles: "Escúchame, marica. Deja de llamarme criptonazi o te voy a dar un puñetazo en la maldita cara que te vas a quedar tieso".

Vidal, imperturbable, le lanza una mirada triunfante a un Buckley quedado ha quedado fuera de juego, derrotado, expuesto y herido en su orgullo tras haber mordido el anzuelo que le ha llevado a sacar en público lo peor de sí mismo.

Cuando se apagaron las cámaras, Vidal fingió buscar la complicidad de su oponente con una frase que más que árnica tan solo añadió sal a la herida: "Creo que hoy sí que nos hemos ganado el sueldo".

En el último debate, Buckley fue una sombra.

El 28 de agosto de 1968 Vidal y Buckley aparcaron toda cortesía, toda etiqueta, y se despellejaron en antena, en directo y sin guion, con una virulencia hasta entonces desconocida. Los espectadores estaban fascinados. La audiencia de ABC News se disparó. Ese día reventaron los diques y nació la (baja) política como (gran) espectáculo televisivo (de aquella lluvia, estos lodos).

Más, en esta entrevista para B.Y.O.D. (Bring Your Own Documentary) al director Morgan Neville, presentada por Ondi Timoner, en la que se incluyen algunos fragmentos y trailer del documental 'Enemigos íntimos' (2015, Robert Gordon, Morgan Neville), 'Best of Enemies' en su título original. El director analiza la película, comparte su perspectiva sobre aquellos legendarios debates y analiza la política, los legados de la era Kennedy y el nivel de discurso alucinante que catapultó al estrellato tanto a Vidal como a Buckley.

BEST OF ENEMIES - Gore Vidal & William F. Buckley Jr. documentary with director Morgan Neville


Más, en el artículo de referencia de Marta Fernández desde jotdown.com


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