Aun no me había repuesto del viaje a mi propio “más allá” cuando de nuevo llegaban a mis oídos unos nuevos acordes. Unos rasgueos de guitarra seguidos de unos quejidos de armónica me estaban anunciando que “Sad Movies” estaba volando por la sala. No es que sea precisamente una de mis preferidas, pero es que a mí, las películas tristes también me hacen llorar y ahora, esta descarada canción que nunca ha tenido el honor de ser grabada en un disco, me lo estaba recordando.
A Neil pareció cansarle ese ritmo primitivo. Suelta la guitarra y la armónica, se levanta, rodea el circulo de instrumentos y se dirige al piano. Como si estuviera solo, sus dedos arrancan unas notas del órgano eléctrico medio camuflado sobre él y antes de que se agoten esos sonidos, sus dedos golpean ya las teclas del piano y extraen de él los sonidos familiares de “A Man Need A Maid”. Durante unos minutos, el espíritu de Carrie flotó por la sala.
Termina, Neil se levanta y se dirige hacia las guitarras de nuevo, pero por un momento duda, regresa al piano... ¡no! ¿se marcha? No. Se para al su costado, toca algo que cuelga de él, se vuelve lentamente y regresa por sus pasos hasta el centro del escenario, toca alguna cosa y se dirige lentamente otra vez hacia el piano, le da un par de palmaditas y se sienta otra vez ante él.
Esta vez, son las notas tristes de “No One Seems To Know” las que salen de sus teclas. Esta pequeña canción también es una desconocida para los estudios de grabación, por eso es un placer estar presente en la sala: Once I was in love / Now, it seems that time...
Casi no me da tiempo a cerrar los ojos y los aplausos me sacan de mi sueño.
Cariño, la puerta está abierta / hacia mi corazón y yo estoy esperando...
Las notas alegres de “Try” empiezan a sonar una tras otras. Parece que Neil nos quiere regalar una noche de inéditos: Me gustaría correr una aventura / pero mierda, Mary, no puedo bailar...
Por un momento me parece estar en un salón del viejo Oeste escuchando a un tipo con sobrero de hongo tocar ante una pianola.
Mientras suenan los aplausos, Neil se sitúa dentro del círculo de guitarras y parece dudar o esperar algo, pero no, toma una de ellas, la conecta y después de un traguito, empieza a sacarles las notas de “Harvest”. Algunos pretenden seguir el compás con palmas, pero suenan tan mal que casi rompen el encanto. Afortunadamente no insisten mucho.
¿Cuántas veces habré escuchado esta canción? Cientos, seguro. Pues... aun me suena fresca como el primer día. Es increíble.
Ya lanzado, salta aun más hacia el pasado y nos recuerda sus primeros discos con “After The Goldrush”. Está sentado en el piano alto situado a la izquierda del escenario. Sin prisas, con dominio de la situación. Ya sabía que nos había ganado. ¿Cómo es posible que un piano y una armónica puedan parecer toda una orquesta?
Ya no fueron aplausos a secas, sino gritos, silbidos... tantos que se ve obligado a saludar con la mano antes de volver a su asiento central.
Toma el banjo y “Mellow My Mind” asciende y corre por entre nosotros:
Cariño aplaca mi mente.
Hazme sentir como un
alumno en su buena época.
Manejando “nickels” y “dimes”.
Satisfecho con el
pez del hilo.
Hazme sentir como un
alumno en su buena época.
Manejando “nickels” y “dimes”.
Satisfecho con el
pez del hilo.
Los recuerdos de uno de los duros, “Tonight’s The Night”, chirrían con lo que mis sentidos perciben. Lo que en su día sonó desgarrador, ahora se ha dulcificado y suena amigable. ¿A que se debe esa magia?
Lo que le sigue es otro viaje al pasado, a los tiempos de “On The Beach”. De nuevo, la guitarra de Hank sale a escena y de sus cuerdas comienza a salir otro de los temas inéditos, sacados a la luz en este tour desde la prehistoria, desde los comienzos de CSNY y el propio Neil allá en los 70, y que rara vez ha sido interpretado en público hasta esta gira : “Love Art Blues”:
Mis canciones son todas tan largas
y mis palabras son todas tan tristes.
¿Por qué debo escoger
entre las mejores cosas que siempre tuve?
y mis palabras son todas tan tristes.
¿Por qué debo escoger
entre las mejores cosas que siempre tuve?
A pesar de las advertencias, alguno, de vez en cuando, seguía pidiendo tal o cual canción. Neil salía de la situación con comentarios simpáticos. Ahora no iba a ser menos.
Sin embargo, el programa seguía adelante. Ahora le tocaba el turno a The Needle And The Damage Done, ese recuerdo a su compañero de Crazy Horse Danny Whitten, muerto por sobredosis en 1973:
Te cogí llamando a la puerta de mi sótano
Te quiero, nena ¿puedes darme más?
Ooh, Ooh, el daño hecho.
Di con la ciudad y perdí mi banda
Vi que la aguja se llevaba a otro hombre
Se ha ido, se ha ido, el daño hecho.
Canto esta canción porque amo al hombre
Se que alguno de vosotros no lo entenderá
Sangre de leche para mantenerme a flote.
He visto la aguja y el daño hecho
Una pequeña parte de cada uno
Pero cada ‘yonquie’ es como un ocaso.
Te quiero, nena ¿puedes darme más?
Ooh, Ooh, el daño hecho.
Di con la ciudad y perdí mi banda
Vi que la aguja se llevaba a otro hombre
Se ha ido, se ha ido, el daño hecho.
Canto esta canción porque amo al hombre
Se que alguno de vosotros no lo entenderá
Sangre de leche para mantenerme a flote.
He visto la aguja y el daño hecho
Una pequeña parte de cada uno
Pero cada ‘yonquie’ es como un ocaso.
Cuando llegó el siguiente tema, ya todos estábamos lanzados. Con los primeros acordes de Heart Of Gold se escucharon aplausos, gritos, silbidos, palmas... hasta que esa música siguió haciendo estragos en nuestras mentes y poco a poco nos fuimos metiendo en nuestro interior. Como si se estuviera produciendo algo mágico el teatro se convirtió en un solo ser que respiraba al unísono, si es que lo hacía, porque no se oía ni el murmullo de nuestras propias respiraciones. O, por lo menos, desde yo estaba no se oían. Y Neil lo notó, porque fue la única ocasión que se levantó al terminar, juntó sus manos y se inclinó a modo de saludo, luego volvió a saludar agitando una mano como despedida y se alejó del escenario.
El griterío se hizo ensordecedor. Una voz en inglés y francés nos trajo al mundo real de nuevo y nos dio 25 minutos de libertad.
Yo no me podía mover del asiento, te lo prometo. Era mi primer acústico de Neil y no podía entender cómo había podido pasar todo mi vida sin vivir esto antes. Hablé un poco, creo, con Jordi y, no estoy seguro, si saludé de lejos a Xisco y Antonia que estaban un poco más adelante. El caso es que las ideas corrían por mi cabeza más deprisa de lo habitual y cuando quise darme cuenta, el tiempo había pasado y las luces se apagaban de nuevo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario