31 diciembre, 2023

La Playa de Neil, 20 años

Si alguien en 1963 me dice que esa guitarra que suena dentro de “esto”, manejada por un chaval de diecisiete años, llegaría a ser diez años después el dios bajado del Olimpo que,  sin tocarlo, hubiera encendido mi plato giradisco para que salieran de él millones y millones de sonidos que sólo un dios puede producir...  me hago seguidor de Bob Dylan.

Menos mal que eso no se produjo. Más que nada porque jamás hubiera sido posible que llegara a mis manos uno de los 200 discos sencillos que grabó una casa local de un pueblo de Canadá con nombre de protagonista de dibujitos animados, para dar salida a un grupito de músicos del instituto local.

Y qué hubiera hecho yo en 1963 con un vinilo si en mi casa sólo había una vieja radio de válvulas que, entre manoloscaracoles y juanitosvalderramas, sintonizaba emisoras extranjeras que automáticamente eran condenadas al olvido por mi madre (no fuera a ser que se escuchara en la calle esa jerga que de seguro era comunista)

Sin embargo, nada más que una decena de años después el escenario había cambiado. Ahora, encima de un mueble había un amplificador Pioneer ¡cuadrafónico! (ojo) y un plato JVC  (mi Plato), además de otras cosillas. Ahora me podía quedar en la tienda de discos de mi ciudad toda la tarde, pensando muy mucho dónde gastarme mis escuálidos ahorrillos del mes.

Esas tardes perdidas minando vinilos me reportaron tesoros que me cambiaron parte de mi vida (musical). Uno de ellos fue un vinilo titulado On The Beach, de un tipo flaco y melenudo (seguramente chatarrero, por ese pedazo de coche enterrado), que pasa de sus potenciales compradores dándoles la espalda y que nos muestra su sombrilla y sus sillas de playa como si de un anuncio de muebles de jardín del Pryca se tratara.

A partir de entonces, cada vez que ese vinilo empezaba a girar, empezaba el viaje que, sin salir de casa, me llevaba por sitios nunca soñados. Y que me convirtió en la era Internet en The Lonner, uno de los mineros más activos que zumbaba alrededor de Neil Young.

Y como lo que no se comparte, se pierde, pronto me convertí en mina y minero a la vez.

En el momento en que mi pequeña colección alcanzó una masa crítica, dejé de ser un solitario y me convertí en Bossano, un pirata honrado que navegaba por las aguas borrascosas del Estrecho. Siempre en busca de ese bootleg que faltaba en mi colección.

Y nada mejor para compartir que dar a conocer primero. Así que necesitaba una ventana a la se pudieran asomar todo quien quisiera. Un cuaderno de bitácora donde pudiera anotar las chucherías que me fueran llegando. Sin demasiados lujos y sencilla de manejar tanto de un lado, como del otro del ventanal.

Así que ahí me tienen ustedes bregando con el mayor dinosaurio de la publicidad del momento, ese monstruo llamado Google. Había nacido #nynoticias, o lo que es lo mismo La Playa de Neil. Era un día como hoy, 1 de enero de hace 20 años y desde entonces, este blog ha ocupado un importante hueco de mi vida.

Todo comenzó como una forma de escribir sobre la visión que yo tenía sobre Neil y, no te quiero engañar, como una forma de contactar con otros locos coleccionistas como yo dispuesto a intercambiar todo lo que suene a Tío: ya sabes, si Neil mea en una lata... Y poco a poco, lo que había nacido como un divertimento para unos pocos, se fue convirtiendo en un arbolito que fue endureciendo su tronco hasta convertirse en un gran árbol, en una gran reunión de amigos que, como las copas de los árboles, se mantienen unidos entre sí para compartir esa información relevante de este icono de la música rock y en contacto entre sí para que nadie necesite ser The Loner.

Aquí hemos hecho casi de todo, pero todo gira sobre una idea: los acontecimientos más importantes de su vida, sus nuevas obras y su activismo político.

Con el tiempo han nacido nuevas ramas. Algunas lógicas, como esa reunión en la red llamada La Playa de Neil en Facebook donde podemos interactuar entre nosotros de forma inmediata. Otras imposibles, como esa reunión anual donde lo hacemos de forma presencial y que llamamos Rust Fest, del que llevamos celebrados catorce ediciones, algo insólito si tenemos en cuenta que no lo organizan profesionales del negocio y que todos parten de 0 euros de presupuesto.

Para mí ha sido una experiencia increíble. Ha sido, ya lo he dicho, una forma de conectar con otros fans, aprender de su música y compartir con el resto del mundo mi amor por ella.

En fin, no quiero llegar a ese punto donde la pantalla se me pone borrosa por culpa de esas motas que entran en los momentos más inoportunos en los ojos y tampoco es plan de mojar el teclado, así que me voy a quedar con mis recuerdos (tantos y tantos) de esos momentos de hermandad entre los rusties hispanos, hoy amigos y miembros de un espíritu especial que nos invade cuando nos reunimos alrededor de la música de este viejo genio canadiense.

Gracias a todas las personas que han hecho posible la vida en esta comunidad durante estos 4 lustros. Tanto a los de dentro, como a los de fuera. A los participantes asiduos y a los esporádicos. 20 años en pie y unidos... De corazón.

Seguiremos unidos.

The Loner, Bossano y yo, Antonio.


Nota:
Para celebrar el 20º aniversario de La Playa de Neil, quiero invitar a todos los fans suyos a participar en este Blog y os invito a compartir con nuestra comunidad vuestros recuerdos, opiniones, pensamientos y experiencias sobre el mundo del Tío Neil.
Enviad durante el mes de enero a manologranpa (en su perfil tiene su correo) un texto de no menos de 500 palabras para ser publicado.
Hagamos de este día una celebración para toda la comunidad de neiladictos y Neil adictas que pasean por este Playa.
A un puñado de los mejores valorados por nuestro público, les enviaremos un regalo en forma de vinilo sorpresa (os aviso que es una edición limitada de 200 ejemplares, únicos e irrepetibles)

2 comentarios:

Jose dijo...

Gracias por empezarlo todo y por el empeño puesto.
U abrazo.

Angeles dijo...

Querido Antonio... los caminos de Neil son inescrutables. Aquí no solo encontré nuevos amigos, sino a una familia entera! Gracias por este sueño!