Hacia finales de junio me acababa de comprar "A Letter Home", edición en CD, y tras buscar por armarios y cajones pude encontrar el "Discman" Aiwa DX-P1, el primer reproductor de CDs que tuve, hace lustros. Le puse los auriculares del ordenador portátil y me fui hasta el balcón para, en la tranquilidad de la noche, oír, escuchar, la carta a casa tal como en su momento pasé noches de verano oyendo música que a esas horas no podía poner en el tocadiscos. Y vino a ser como si entrara en la cabina del tiempo: el soplido de la aguja deslizándose por la superficie del disco, la caída en el surco con el consiguiente incremento del ronroneo del motor al encajarse en él, el crepitar de las partículas de polvo al chocar contra la aguja lectora como telón de fondo de la música y voz que son reproducidas a partir de lo que el estilete grabador escribió sobre el vinilo, un sonido lejano en el tiempo pero aún presente en el recuerdo, una sonoridad más propia de la maleta tocadiscos sobre la que giró la música del despertar que del equipo hi-fi (alta fidelidad) cuya existencia era conocida a través de catálogos y de visitas a las tiendas especializadas o al Sonimag. Conforme la carta va desgranando sus párrafos, las canciones del CD se van sucediendo, la fase regresiva se va afianzando y los recuerdos van aflorando, bien por la canción en sí, bien por la que evoca; en fin, toda una época.
Días más tarde, último domingo de junio, con motivo de un encuentro familiar, voy a casa de los padres de un amigo de toda la vida. Me abre la puerta su padre: 'Eres el primero, todavía no han llegado los demás. Ven, te enseñaré en lo que estoy metido ahora'. Le sigo hasta el comedor de casa de la abuela y al entrar, a mano derecha, sobre el aparador se encuentra un Prixton VC300. Lo enciende, levanta la tapa, abre una de las puertas correderas y aparecen varias filas de estuches de discos de 78r.p.m, como si álbumes de fotos se trataran. Saca una libreta con su pulcra letra, echa un vistazo a la relación que allí tiene anotada y busca el estuche cuyo número tiene señalado en la lista con un punto azul. 'Estoy catalogando todos los discos de mi padre y, de paso, marco los que me gustan: hallazgos y auténticas joyas', comenta mientras abre el estuche y busca el número de funda que, según su listado, contiene el tema que quiere poner. Extrae el disco de 78r.p.m. con delicadeza y me lo enseña mientras lee lo que pone en el centro y me aporta información adicional sobre el tema musical. Cuando va a ponerlo en el plato veo algo sobre la alfombrilla que me llama la atención. '¿Qué es eso que tiene puesto en el centro?', pregunto con curiosidad. 'Venía con el tocadiscos y la documentación dice que es un adaptador para los discos antiguos', responde mientras pone el disco, mueve el brazo y lo deja caer con suavidad al comienzo del surco, ajusta el volumen y 'et voilà': el soplido de la aguja deslizándose por la superficie del disco, la caída en el surco con el consiguiente incremento del ronroneo del motor al encajarse en él, el crepitar de las partículas de polvo al chocar contra la aguja lectora como telón de fondo de la música y voz que son reproducidas a partir de lo que el estilete grabador escribió sobre el vinilo. Me pasa la bolsa de plástico con la documentación y accesorios del Prixton: el manual de uso, el centro de discos de 45r.p.m, el cable de USB y una funda vacía de un mini-cd. La primera hoja del manual de uso lo dice todo: "Convertidor y Reproductor de Vinilos y Cassete a MP3 VC300". Acaba el disco, lo guarda de nuevo en su estuche y mientras él busca el siguiente aprovecho para sacar el mini-cd del plato (que estuviera o no, no afectaba a la reproducción de los discos de 78r.p.m. porque descansan sobre los nervios de goma del plato y quedan por encima del mini-cd), se lo enseño y comento: 'Esto es un cd de ordenador con un programa de conversión'. Y guardo el mini-cd en su funda. 'Lo había puesto porque era el sitio en el que encajaba y la documentación decía que era el disco que permitía convertir los viejos discos', aduce mientras pone el siguiente disco, ahora ya sin el centro "convertidor". Empieza a sonar el tema y comenta: 'Sí, tienes razón, el disco suena igual sin ese adaptador'. 'Esto es un programa de ordenador', digo. 'Y ¿que tiene que ver el tocadiscos con el ordenador?', pregunta curioso. 'Es para que pueda pasar al ordenador la música de los discos, utilizando este cable', respondo sin entrar en más detalles. 'Ah, pues no me interesa entonces. El ordenador es para escribir y el tocadiscos es para la música', concluye mientras pone otro disco. En esas llegaron los demás y se unieron a la audición. Inevitablemente, buscaron y sacaron a la luz LPs y sencillos de los que en su momento sonaron en el equipo de música situado en el aparador de enfrente.
Coincidencias. Vinilo-coincidencias.
Y entre medias de ambas experiencias vinílicas, resulta que en las dos películas de estreno que veo aparecen el tocadiscos y el disco de vinilo como emotivo vínculo de sus dispares parejas protagonistas, en una restableciendo su unidad en su devenir en pro de la supervivencia y en la otra delimitando el comienzo de su unión y el inicio de su distanciamiento en su búsqueda de la trascendencia. También, tras leer algunos escritos a propósito de 'A Letter Home' he llegado a pensar que para sus autores la 'ausencia de malicia' brilla por su ausencia, es decir, o bien escriben con cierta alegría o bien con cierta malicia.
Coincidencias. Vinilo-coincidencias. Coincidencias de película.
Siguen algunas reflexiones en torno a esta carta a casa, derivadas o inspiradas no solo por la audición del CD sino también por lecturas que han coincidido en el tiempo, o la memoria ha repescado, y que he acabado relacionando:
Parece que el hecho de meterse en la cabina, hablar, o cantar, ante el micrófono y al final obtener un vinilo con un sobre para su envío postal viene a ser como escribir una carta pues el estilete cincela sobre el surco de vinilo las palabras, los sonidos, las emociones (derivadas de las inflexiones de la voz), tal como si fuera el proceso manual de escribir sobre papel. Es fácil relacionar, asociar, el libro de Neil con su padre, escritor, como si fuese su dedicatoria y agradecimiento a quien le inspiró a la hora de narrar historias (una canción no deja de ser una historia musicada); por tanto, que el CD empiece con un "Hola mamá" lo interpreto como su dedicatoria y agradecimiento a quien le apoyó en sus inicios musicales.
La cabina, como recinto cerrado, aísla del exterior y confiere un carácter íntimo y personal pero si dejas la puerta abierta el entorno también participa en la grabación, así es como aparecen un piano , una segunda voz o una segunda guitarra que aportan más matices pero que también complican la grabación y acaban repercutiendo en el resultado final, en la audición. El micrófono está en el interior de la cabina. Lo que está fuera, sea piano, guitarra o voz queda más alejado que lo que está en la cabina. Aquí no hay posibilidad de mezclar para normalizar, sólo hay un micrófono, así que lo que está más lejos ha de 'gritar', o sonar más fuerte, para quedar al mismo nivel que lo que está cerca pero a riesgo de que se produzca saturación. Y el resultado no se sabe hasta que se ha completado la grabación, entonces hay que decidir si se graba todo otra vez o se acepta, o se elige entre, lo que se tiene. Ahí están 'On The Road Again' y 'I Wonder If I Care As Much', si bien aquí el 'desgarro' por saturación amplifica el sentido de desgarro de cada canción, en la primera al reconocer que ya no va a poder ser más a pesar de sus esfuerzos ('con lo que me gusta estar de gira con mis amigos y estoy viendo que no voy a poder seguir haciéndolo') y en la segunda a modo de tardía constatación de que no se esforzó lo suficiente.
La cara A contiene solo canciones a puerta cerrada mientras que la cara B alberga las de puerta abierta.
Las primeras cuatro grabaciones marcan una significativa secuencia. En 'A Letter Home Intro' Neil habla dirigiéndose a su madre, el uso inicial de la cabina, enviar un mensaje de voz que quedara sobre un soporte físico de más entidad que el volátil papel y que permitiera la comunicación sin los condicionantes de saber escribir o leer. En 'Changes', Neil canta, pero casi como si hablara, acompañado de guitarra sobre cambios, o de cómo algo pensado para la voz puede cambiar y ser usado para la música, puede que con limitaciones pero del cambio viene la evolución y con ella se traspasa la limitación. Sigue 'Girl Of The North Country', una canción con voz, guitarra y armónica, todo por una chica, que parece ser la manera natural en la que se traspasan limitaciones técnicas (no cabe nada más en la cabina y el cantante a dos instrumentos) o barreras culturales (porqué tener que elegir entre country o rock cuando se pueden tener ambos). 'Needle Of Death' llega con guitarra, silbo y voz consiguiendo que se erice el vello al tomar conciencia de que el silbido va más allá de ser un recurso instrumental del músico en la estrecha cabina pues el aire que modula la melodía se percibe como esa brisa de acero capaz de apagar el loco diamante más brillante. No es de extrañar que en el vídeo de la canción, Neil, al salir de la cabina, sople para liberarse de la tensión emocional y comente, refiriéndose a la canción, ¡qué fuerte!.
Estas son las canciones ordenadas por año de edición:
Since I Met You Baby / Hunter / 1956
I Wonder If I Care As Much / Everly / 1958
Crazy / Nelson / 1962
Girl From The North Country / Dylan / 1963
Reason To Believe / Hardin / 1965
Changes / Ochs / 1966
Early Morning Rain / Lightfoot / 1966
Needle Of Death / Jansch / 1966
If You Could Read My Mind / Lightfoot / 1970
On The Road Again / Nelson / 1980
My Hometown / Springsteen / 1984
La mayoría de canciones se concentra en la década 1956-1966, las segundas de Nelson y Lightfoot quedan fuera de ese periodo pero ambas son de autores que ya tienen una canción en él de modo que esta segunda canción representativa de cada uno de ellos actúa como reafirmación de su relevancia o reivindicación personal. La canción de Springsteen queda descolgada en el año de edición pero encaja en el recuerdo de la infancia (ir en el coche paterno por las calles del pueblo) y la coincidencia-vínculo entre ambos y el periódico (cuando Neil tenía unos diez años, los domingos iba con su padre a recoger los periódicos para luego repartirlos por las casas y, según la canción, Bruce a los ocho iba a comprarlos para su padre).
En una noticia de primeros de año, encuentro unas declaraciones de Agustín Almodóvar, productor de cine, muy ilustrativas: "En el momento en que he perdido ese poder de controlar la calidad, se está infravalorando mi producto. (...) No te puedes imaginar la cantidad de esfuerzo que ponemos para que nuestro producto pueda verse en 20 metros de pantalla. Creamos una especie de diamante que luego tendrá el poder de ampliarse. Es muy metafórico, los nuevos medios técnicos te permiten lo contrario: comprimir todo eso para que pese poco y circule". Una pantalla de 20 metros es una pantalla IMAX y las salas Imax tienen aura de exclusividad. Pienso en algo más accesible, más mundano, por ejemplo el cine de mi población. Aprovecho que voy a ver el estreno de la semana y pregunto en taquilla por las dimensiones de la pantalla. La respuesta me llega acompañada de una encantadora sonrisa de la taquillera: "la pantalla hace 14 metros de ancho por 6 metros de alto". Con aquella sonrisa no necesité apuntarme las medidas. De nuevo en casa, hago cuatro números con este resultado: suponiendo un móvil que tuviera una pantalla de 6,4 pulgadas (14cm x 7,9cm) veríamos una imagen útil de 14cm x 6cm con dos franjas negras, arriba y abajo, de 0,95cm cada una. Según esto, por longitud, ver la película en el móvil nos supone disponer del 1%. Para tener el 5% de la sala de cine habría que verla en una televisión de 32 pulgadas y entonces cada franja negra sería de 5cm. Ya entiendo porqué sonreía la taquillera, la muy tunanta.
Neil lo tiene claro y tabulado. De hecho dedica una canción de 27 minutos a la cuestión y que, por el minuto 19, sintetiza en tres líneas:
No quieras el mp3 de mi canción.
Cuando con él la oigas, hoy día, sólo percibirás el 5%.
Antes lo percibías todo. Antes lo percibías todo. Cuando los creadores del MP3 desarrollaron el formato pensaban en aplicaciones para poder escuchar radio o televisión (lo que hoy se ha popularizado como "streaming") pero no imaginaban el uso del MP3 como biblioteca que permite llevar "meses o años de música" en un único dispositivo de audio. Neil considera que el soporte mp3 afecta a la música de manera drástica de modo que cuando reproduces el archivo solo percibes una parte del original, según él un 5%, no por ser música digital sino porque el soporte del que partes ya está afectado por la pérdida de calidad, con independencia de si lo oyes en el altavoz del móvil o conectado al equipo de música de casa. En cambio, antes, con el disco de vinilo, el soporte lo contenía todo y ya era una decisión, o según la disponibilidad de medios, del oyente utilizar un reproductor de alta fidelidad (y obtener el 100%) o un comediscos (y quedarse posiblemente con el 5% o menos). Siguen unos comentarios de Neil en la entrevista que le hizo Patti Smith en B.E.A. 2012:
"El otro día, hablaba de mi nuevo disco con un entrevistador que sabía un montón de cosas, o pensé que así era. Y va y me suelta que el nuevo disco sonaba muy pobre de producción. '¿En qué soporte lo estás oyendo?', le pregunté, y, por supuesto, se trataba de audio MP3 en un Mac. Nos empeñamos en hacer que estas cosas suenen muy bien. Es como reducir un Picasso a fondo de pantalla. ¿A quién se le ocurrió tal cosa?. Difícilmente se puede ver, difícilmente se puede apreciar".
Coincidencias. Vinilo-coincidencias. Coincidencias de cine, de película de terror.
Y, llegados aquí, un último apunte a las reflexiones antes indicadas:
Neil ha conseguido revivir el sonido de 1947 de la manera más natural, utilizando una máquina grabadora de aquella época, de cuando él tenía uno o dos años, una máquina destinada a grabar voz, de ahí su nombre original "Voice-o-Graph", y que ha utilizado para grabar música: voces, guitarras, armónica y piano. El resultado es un disco 'revival', tanto en la música como en el sonido, y que para el oyente tiene la particularidad de que suena igual de bien, igual de auténtico, en cualquiera de los formatos de soporte de música actuales, desde vinilo, pasando por CD y acabando en MP3. Y esto ocurre porque como el original ya está "degradado", ya es un porcentaje bajo de lo que ocurrió en la cabina en el momento de la grabación, los sistemas de CD y de MP3 poco más pueden degradar por lo que por esta vez todos los oyentes podrán percibir casi el 100%, sin importar el soporte que utilicen.
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Ausencia de malicia
Dirección: Sydney Pollack, 1982
El término "ausencia de malicia" es utilizado en el ámbito jurídico de Estados Unidos para exonerar de responsabilidad a los periodistas que publican informaciones falsas sin saber que lo eran.
La película cuenta la historia de una reportera que, sin aparentemente proponérselo, destruye la vida de una persona al publicar un reportaje que relaciona a un negociante de licores, dueño de un próspero y legítimo negocio, con el asesinato de un influyente mafioso. Lo que está en contra del negociante es su pasado, ya que su padre había sido un legendario contrabandista muy amigo del asesinado.
Los errores de la reportera son la tríada que cualquier profesional de la información ha de evitar:
No confirma la información que obtiene de una fuente.
No obtiene declaraciones —de asentimiento o desmentido— del principal involucrado.
Pone un título sinuoso que se corresponde en cierta forma con el contenido de la noticia pero como ésta resulta incompleta genera cierta ambigüedad.
Un aviso intemporal a navegantes en el mar de unos medios de comunicación, la prensa escrita en este caso, que anteponen la apariencia, la superficialidad de las cosas, a la veracidad o a la realidad.
En este mar de informaciones e intereses brumosos brillan los diálogos en general y éste en particular:
Estaba escribiendo una carta a mi padre.
¿El contrabandista?.
Sí.
Mantenéis el contacto, ¿eh?.
Sí, lo hacemos.
Hoy día la mayoría de la gente usa el teléfono.
No es lo mismo. Es más fácil telefonear pero, entonces, ¿qué te queda?.
Solo los amantes sobreviven
Dirección: Jim Jarmush, 2013
Adam, desencantado músico ermitaño en Detroit, y Eve, vivaz lectora ahora en Tánger, nos consideran unos zombis: una humanidad degenerada y consumista que ha contaminado hasta su propia sangre y que ha dilapidado los recursos naturales e ignorado los conocimientos científicos, de Tesla y otros, que le hubieran permitido cuidar tanto de su generación de valor como el impacto en los demás y el medio ambiente.
Más, en esta misma Playa, haciendo clic sobre el cartel.
El tocadiscos y el vinilo están presentes en la película. El tocadiscos como elemento activo de la relación y el vinilo como referencia de valor:
Adam tiene un tocadiscos en su sala de estar que es el vínculo entre su pasión, la música, su amor, Eve, y la rutina diaria que le va desgastando el ánimo. Adam y Eve, separados en el inicio, giran a la par como el disco que suena en el tocadiscos. Y una vez juntos, vuelven a girar, emparejados y lentamente, al son del tocadiscos. Y es que este viejo mundo continúa girando.
La noche que salen de 'marcha' para contentar a Ava, la alocada hermana de Eve, en el bar en que están tomando unas copas se trapichea con vinilo 'virgen', un disco de vinilo sin nada grabado.
Ella ha venido desde Tánger, él observa la calle tras las cortinas. Ella tiene un iPhone, él equipo de los años 70. Es fácil para un tocadiscos emparejar caracteres tan dispares. Y es que este viejo mundo continúa girando.
El Dr. Will Caster está trabajando en el terreno de la inteligencia artificial. Entre sus colaboradores están su mujer, Evelyn, y su mejor amigo, Max. Sin embargo, Will está en el punto de mira de unos extremistas anti-tecnológicos que acabarán siendo los catalizadores de su propia trascendencia y de sus derivadas consecuencias.
Pero la trascendencia se queda en la pantalla y no llega al patio de butacas, o al menos no llegó hasta donde me encontraba; viene a ser como un plato cocinado con ingredientes cuidados y de primera calidad pero que ha quedado 'poco hecho', que no ha llegado al punto o que le ha faltado un hervor. No obstante, abre una ventana amplia, cinemascope, a la vinculación de la tecnología con la ética y la ecología. Es como si las teorías de Russell L. Ackoff se hicieran tangibles a través del centro de datos que construyen en mitad de la nada. Luego, el querer ir más allá (la teoría llega al cuarto nivel y el centro de datos está en el quinto) y la contradicción lógica que una persona soslaya de manera casi innata pero que a una máquina conduce al 'error' (aquí resuelto con un diálogo entre Max y Evelyn en nombre del amor: "Me he pasado la vida tratando de reducir el cerebro a una serie de impulsos eléctricos. ¡Cuán equivocado estaba!. La emoción humana puede contener un conflicto ilógico: puede amar a alguien y sin embargo odiar las cosas que hace. La máquina no puede reconciliar eso.") cierra el círculo y se vuelve al comienzo, a esa puerta que se abre al público atrancada con el teclado de un portátil, si bien unas gotas caídas del cielo apuntan hacia un más allá de lo visto.
Will y Evelyn son dispares pero son pareja, están casados, y en su centro emocional se encuentra un tocadiscos y, como uno, un disco en especial: el disco con el que Will apareció bajo el brazo en aquella lejana, pero presente todavía, primera cita. De hecho, el tocadiscos tiene un lugar preferente en el jardín de su casa, un jardín que Will está preparando contra cualquier interferencia externa. Un lustro más tarde, cuando el sistema que dice ser Will intenta captar a Evelyn lo hace preparando una cena romántica en la que vuelve a estar presente un tocadiscos y el disco que los unió. Y es que este viejo mundo continúa girando, pero unas veces sientas la cabeza y otras vas a la deriva.
Durante 130.000 años nuestra capacidad de razonar se ha mantenido inalterable. La inteligencia combinada de los neurocientíficos, ingenieros, matemáticos y... 'hackers' de este auditorio palidece al compararse con la inteligencia artificial más básica. Una vez activada, una máquina sensible puede superar rápidamente los límites de la biología y en poco tiempo su poder analítico será mayor que la inteligencia colectiva de todas las personas que han pasado por la historia del mundo. Ahora imaginen tal entidad con una gama completa de emociones humanas además de una consciencia propia. Algunos científicos denominan esto 'La Singularidad'. Yo lo llamo 'Trascendencia'.
Russell L. Ackoff fue pionero y promotor del enfoque de sistemas y co-autor, junto con Frederick E. Emery, de un libro fundamental para analizar las relaciones entre el pensamiento sistémico y el comportamiento humano, un elemento básico para el estudio de los sistemas con propósitos (+Wikipedia). He aquí unas muestras:
Lo espiritual en la perspectiva de los sistemas corresponde a la transformación en unidad de todas las partes para que, por medio de la colaboración, se consiga el propósito del sistema.
Al efecto de paz y plenitud, de identificación entre las partes y los sistemas entre sí, y además la identificación con un ideal universal de todas las partes y los sistemas le llamamos trascendencia.
A la capacidad de cada parte y de cada sistema de autorregularse y convertirse en red le llamamos ética.
Un sistema de cuarto nivel es una red y está autorregulado (ética), es pleno, altamente productivo y está en paz consigo mismo y los demás, y es responsable socialmente (ecológico) al cuidar tanto de su generación de valor como el impacto en los demás y el medio ambiente.
5 comentarios:
El lobo estepario
dijo...
Obviamente no eres del parecer de Gracián ni de la opinión de Costello. Salud Tasio.
Y yo que creo que después de esto el maestro nos vendrá con un disco en alta resolución, quizás en BR audio...o directamente insertado en Pono. Entiendo la fascinación por lo "viejuno" con el tema de la cabina, los recuerdos de la niñez son imágenes, sonidos, olores que se convierten todos ellos en emociones. Pero qué queréis que os diga, como aficionado y en parte profesional de la alta fidelidad, no es algo que me haya llegado. No los temas, si no su calidad de audio. Para mi la experiencia máxima del disfrute de la audición sigue siendo unas buenas pantallas acústicas, un buen amplificador y si nos ponemos, un buen giradiscos de los de hoy en día. Los nuevos giradiscos son muy superiores a cualquiera dela pasado, pues ahora tenemos tecnologías que superarn sus limitaciones....pero al precio de actual de los vinilos, se hace muy caro el tener una buena colección es ése formato.
COINCIDENCIAS En otra entrada anterior (Ordinary People ) se hablaba de coincidencias dispersas y en ésta de concretas. Aprovechando la ....coincidencia; las dispersas siguen siéndolo. Con todo cariño y respeto, invoco a los oráculos, pitonisas, sabihondos y marisabidillas para que nos iluminen.
Oído cocina, Anónimo, y desde allmusic.com como fuente documental de inspiración van sendos apuntes, portada y canción, en la por ti mencionada entrada anterior.
5 comentarios:
Obviamente no eres del parecer de Gracián ni de la opinión de Costello.
Salud Tasio.
Tasio vaya pedazo de entrada, esto es un regalazo. Por cierto tenemos que conocernos y enseñarme a hacer estas presentaciones.
Un saludo y... GRACIAS.
Y yo que creo que después de esto el maestro nos vendrá con un disco en alta resolución, quizás en BR audio...o directamente insertado en Pono.
Entiendo la fascinación por lo "viejuno" con el tema de la cabina, los recuerdos de la niñez son imágenes, sonidos, olores que se convierten todos ellos en emociones.
Pero qué queréis que os diga, como aficionado y en parte profesional de la alta fidelidad, no es algo que me haya llegado. No los temas, si no su calidad de audio.
Para mi la experiencia máxima del disfrute de la audición sigue siendo unas buenas pantallas acústicas, un buen amplificador y si nos ponemos, un buen giradiscos de los de hoy en día. Los nuevos giradiscos son muy superiores a cualquiera dela pasado, pues ahora tenemos tecnologías que superarn sus limitaciones....pero al precio de actual de los vinilos, se hace muy caro el tener una buena colección es ése formato.
COINCIDENCIAS
En otra entrada anterior (Ordinary People ) se hablaba de coincidencias dispersas y en ésta de concretas.
Aprovechando la ....coincidencia; las dispersas siguen siéndolo.
Con todo cariño y respeto, invoco a los oráculos, pitonisas, sabihondos y marisabidillas para que nos iluminen.
Oído cocina, Anónimo, y desde allmusic.com como fuente documental de inspiración van sendos apuntes, portada y canción, en la por ti mencionada entrada anterior.
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