30 mayo, 2012

Canciones Tan Poderosas Como Cuando Fueron Escritas, por Hector G Barnes

Mas que interesante, el análisis que hace el amigo Hector G Barnes para http://www.elconfidencial.com/ que reproducimos y puedes ver pinchando este vínculo (muchas gracias Hector muy interesante):

La vejez no ha calmado al rockero canadiense Neil Young, sino todo lo contrario. Cuanto más viejo, más cómodo parece encontrarse con una guitarra eléctrica en las manos, nadando entre oleadas de feedback y distorsión. Prueba de ello es que con quizá la excepción del prescindible Fork In The Road (Reprise, 2009), sus entregas más urgentes, vibrantes y encrespadas –es decir, Greendale (2003), Living With War (2006), Le Noise (2010)– resultan por lo general mucho más interesantes que las más contemplativas –Silver And Gold (2000) o el soulero Are You Passionate? (2002)–, una clasificación en la que quizá Prairie Wind (2005), registrado inmediatamente después de sufrir un aneurisma cerebral, sea la única excepción. Por ello, resultaba esencial recuperar a sus viejos compañeros Crazy Horse, con los que no grababa desde hacía una década. Y qué mejor forma que hacerlo recuperando clásicos tradicionales del cancionero estadounidense. Así llega Americana (Reprise), que se publicará el 5 de junio y del que aquí realizamos un breve avance.

Quien piense que se trata de un excéntrico capricho como el Christmas From The Heart (Columbia, 2009) de Bob Dylan, por el repertorio elegido –Oh! Susannah, God Save The Queen– está equivocado. Lo más cercano a esto es aquel Ragged Glory (1990), antesala del grunge que tenía en su foto de portada un buen resumen de su identidad: cuatro tipos de cincuenta tacos, desmañados, mal afeitados y en deportivas, interpretando un puñado de canciones de rock correoso en una cabaña en mitad del monte. Pues algo así es este Americana: la versión del himno religioso Jesus’ Chariot (She’ll Be Comin’ ‘Round The Mountain), aquí un apocalíptico y tribal rock, podría haber figurado fácilmente en aquel.



¿Parodia o revisión?



El espíritu del álbum se encuentra, más bien, en sintonía con el We Shall Overcome: The Seeger Sessions de Bruce Springsteen, pasado, eso sí, por el espíritu indómito de la Gibson Les Paul “Goldtop” de Young, en cuanto que ambos comparten esa voluntad de utilizar lo pasado –percibido como atemporal– para referirse de forma indirecta al presente. De hecho, Young afirmaba que “las letras de estas canciones reflejan las mismas preocupaciones que entonces y aún resultan significativas en un momento de gran agitación económica y cultural. Son tan poderosas hoy como cuando fueron escritas”. A pesar de la longitud de los temas, Young no se recrea en solos interminables, sino que trata más bien de acompañar respetuosamente las letras de dichas canciones. En ese sentido, el álbum se encuentra más cerca de la concisión de Living With War (2006) que de canciones de Chrome Dreams II (Reprise, 2007) como Ordinary People o No Hidden Path, que llegaba a alcanzar en directo la media hora de duración.



Oh! Sussanah, el primer single, abre el álbum convirtiendo la trotona felicidad de la ampliamente conocida canción en una épica pieza en clave menor a lo Like A Hurricane, tal y como la interpretaban los Squires, una de las primeras bandas de Young, en 1964, cuando el folk-rock era aún un recién nacido. Aunque la canción diga que “vengo con mi banjo en mis rodillas”, nada de aromas campestres o sonidos acústicos. Esto es puro Crazy Horse. En una línea semejante se encuentra High Flyin’ Bird, que mama de la versión de Jefferson Airplane, que nos devuelve a los Crazy Horse más oscuros y líricos. Aunque las canciones procedan en su mayor parte del siglo XIX, y el álbum se publique en 2012, el espíritu del mismo es más propio de los años sesenta, el momento en que Young arrancó su carrera. Se trata antes de una mirada atrás a los amores de juventud que una provocación.



Murder ballads y viajes por la llanura



El álbum se encuentra poblado por las sombras de algunos mitos clave de la cultura popular. Clementine es el tema que dio título a la célebre película de John Ford My Darling Clementine (titulada en nuestro país Pasión de los fuertes) y que se relaciona con el célebre Down By The River, que el propio Young registró junto a Crosby, Stills & Nash, ya que su origen parece ser Down By The River Liv’d A Maiden de H.S. Thompson. Se trata de una canción de duelo por la muerte de la señalada Clementine, que se prolonga en Tom Dooley. En ella, aparece otra mujer muerta, presuntamente asesinada por un soldado confederado llamado Tom Dula. Es este arranque formado por las tres primeras canciones lo más sabroso del álbum.



Muchos recordarán Gallows Pole por la versión que registraron Led Zeppelin de la misma, pero ya formaba parte del repertorio de Leadbelly, Odetta y Judy Collins antes de que Robert Plant y los suyos se apropiaran de la misma. Aquí es adaptada como si fuese un rhythm and blues a lo Hit The Road, Jack de Ray Charles. Quizá sea de lo más prescindible del álbum junto a la canción que le sigue, Get A Job, que escapa del criterio inicial del álbum, al ser una versión del clásico doo-wop de 1957 de The Silhouettes, que muchos conocerán por formar parte de la banda sonora de American Graffitti (George Lucas, 1973). Volvemos peligrosamente a los años ochenta en este momento del álbum: si Gallows Pole podría encajar en This Note’s For You (Reprise, 1988), esta lo podría hacer en Everybody’s Rockin’ (Geffen). Si Young afirma que el álbum reflejaba los tiempos modernos, uno empieza a dudar en este momento si esta es la manera más acertada de hacerlo.



Sin embargo, Travel On recupera el pulso. Se trata de la canción que aparecía regularmente en los repertorios de aquella Rolling Thunder Revue que Bob Dylan montó a finales de los setenta. “El verano casi se acaba, el invierno ya está aquí, el viento fresco pronto llegará y yo marcharé, lo único que quiero hacer es viajar”. La mítica del viaje americano, una vez más, en una fresca versión country-rock que refleja bien esas ganas de vagabundeo perpetuo que transmitía la versión coral de la RTR. En la misma línea se encuentra la versión del himno de Woody Guthrie This Land Is Your Land, fiel a las lecturas habituales. En ella se incluye el famoso verso “prohibido” que alude a las desigualdades sociales en Estados Unidos. Esta trilogía de la parte final, el otro gran momento del álbum, se cierra con Wayfaring Stranger, el himno por excelencia del exiliado: el viaje ya no es un sueño sino una pesada carga, lejos del hogar.



El broche final es God Save The Queen (no la de Sex Pistols, sino el célebre himno británico), en un tono entre lo irónico y lo iconoclasta. Un cierre trivial para un disco interesante, pero no notable. ¿El problema? Que uno no pueda evitar sacudirse la sensación de que el molde Crazy Horse se impone a la fuerza a todos estos temas, independientemente de lo que hablen. No se trata tanto de encontrar el arreglo necesario para cada canción como de pasar todos estos temas por el mismo filtro del Caballo Loco. En ocasiones, de forma un tanto forzada, cayendo en sus propios vicios. Una sensación que lastra un álbum mucho más satisfactorio de lo que podría parecer a primera vista, ya que, al fin y al cabo, no es más que un aperitivo, un anticipo del disco con canciones originales que Young y su banda publicarán más adelante este mismo año
Ah y gracias a Badsign por el soplo. Abrazotes

1 comentario:

Redacció dijo...

Muy buen artículo señor. Gracias por compartirlo. Este Young cruge de lo lindo, y encima comprometido como pocos.
Saludos