08 noviembre, 2015

Special Deluxe: mi vida al volante


Neil pensaba recorrer de segundas la por él llamada "autopista de las dudas", pues cuando escribes tus memorias te asaltan las dudas de qué fue antes, o si pasó tal como lo recuerdas o en la secuencia que la memoria considera, teniendo como vehículo conductor su eterno romance con los coches y como fiel acompañante el recuerdo de los perros maravillosos que ha tenido. Un libro sobre coches y perros no solo le inspiraba sino que le animaba a describir esta travesía por los recovecos de su memoria con el convencimiento de que se lo pasaría bien durante la gestación y la convicción de que podría resultar entretenido para el lector. No obstante, conociéndose como se conoce, ya intuyó que debería evitar caer en digresiones políticas o personales que diluyeran el ritmo de la lectura o que acabaran ahuyentando al lector. Los coches, un tema divertido e inofensivo; la política, una cuestión que polariza la opinión; y los perros, tras un concienzudo y largo análisis que confiesa duró al menos una hora una noche, podrían llevar a cortar el rollo a cualquier lector amante de los animales. Así que "Special Deluxe" pasó de subtitularse "de coches y perros" a "mi vida al volante". Pura estrategia de alguien acostumbrado a conducir su coche.

Neil se he pasado la vida coleccionando coches y ha tenido todo tipo de experiencias en cada uno de ellos. Fueron una parte clave de su vida. No coleccionaba coches perfectos, caros o raros, de hecho la mayor parte eran auténticas cafeteras, pero se sentía atraído por el aspecto que tenían y se imaginaba su pasado y los lugares que habrían visitado. Los coches le hablaban y él les hablaba. Esto más que ser un preocupante síntoma de problema psicológico ha sido un mágico catalizador en el proceso creativo e inspirador que le ha venido conduciendo a componer, grabar e interpretar sus canciones.

Y los coches, en su escrito, se convierten en parábola expiatoria
  • Los párrafos de autoflagelación que en "Shakey" se destinan a confesar que la cagó al alterar las voces en la grabación publicada del disco "Everybody Knows This Is Nowehere", aquí lo resuelve anotando la rotura de la tracción trasera de su Bentley Cupé de 1934 y lamentando que, al decidir reformar todo el coche, lo echó a perder.
o en descripción pormenorizada de su apasionada fascinación por su amada
  • Por su cumpleaños Pegi le regaló un Continental descapotable de 1958 para remplazar las piezas derretidas y derretidas en el incendio del Continental de 1959. Roy Brizio lo bautizó Señorita Pegi y colocó en el salpicadero una placa cromada con las dos emblemáticas palabras, Señorita Pegi, en ella grabadas. Y es que Roy comprendía muy bien la conexión que existe entre el coche de alguien y su mujer o novia; algo que seguramente habría aprendido tras haber tratado durante muchos años con aficionados de los coches trucados o personas como Neil.
o de cómo su dedicación es considerada por la otra parte
  • La gente quería ver el coche que había cruzado el país sin usar gasolina, era el gran día de la Señorita Pegi pero ella tenía otros planes para la ocasión y decidió poner de manifiesto su carácter imprevisible. Una vez más se perdía el último capítulo del plan. Neil concluye el párrafo con un escueto: "Ya me había acostumbrado a su carácter especial".
o, sobre todo, de la evolución hacia la concienciación sobre las consecuencias de sus acciones, costumbres y comportamientos con independencia del precio que se paga
  • Una vez recuperado de la polio, la salud de Neil era delicada así que sus padres decidieron pasar los inviernos en New Smyrna Beach, en Florida; un viaje que pasó a convertirse en una tradición familiar anual. En 1951 la gasolina costaba unos siete céntimos de dólar el litro y según sus cálculos, Neil estima que el coche emitía, aproximadamente, unos 588 kilos de CO2 a la atmósfera en el viaje de ida a Florida, y otros tantos a la vuelta.
o de cómo nada está elegido al azar, o todo tiene más de un significado, en la obra de Neil
  • El título deviene del origen de una leyenda desconocida. En 1974 había un bar en Skyline Boulevard, en lo alto de la montaña, en la California Highway 35. El bar se llamaba Alex's y era donde trabajaba Pegi. Sí, Alex's era el local donde "pedía algo sólo para verla acercarse flotando" y, también, fue el local en el que Jim Franco, emocionado, le contó en torno a unas cervezas que había visto a la venta un Plymouth Special Deluxe de 1950 de cuatro puertas.
Por aquella época estaba grabando con Crazy Horse, vino su padre al rancho y Neil le dejó el Special Deluxe con el que su padre fue a muchos de los conciertos que dieron en pequeños clubes y bares por toda la costa. "Mi padre y los Crazy Horse se divirtieron de lo lindo", sentencia Neil. El Special Deluxe ha recorrido muchos kilómetros y seguirá haciéndolo: repleto de recuerdos aún no ha dado su brazo a torcer. Evidentemente, no podía ser otro el título del libro.

Sí, si "Memorias de un hippie" era sináptico, "Mi vida al volante" es proyectivo.

El mundo interno tiende a teñir el mundo externo con sus propias características. Este tipo de mecanismo psicológico tiene un papel especialmente interesante en el amor, cuando solemos atribuir a la persona amada determinadas cualidades o características que sólo existen en nuestra personalidad: lo que importa en cualquier relación es lo que sucede en la mente pues es ahí donde existen las relaciones ya que una relación es algo que no existe físicamente sino que se trata de algo creado por las mentes. La relaciones no existen, existen personas que se relacionan. Neil parece seguir las pautas de un test proyectivo y pasando del estándar, el test de Rorschach consta de diez láminas compuestas por manchas de tinta sobre un fondo blanco, se crea el suyo propio: 48 láminas de manchas con formas de coches le sirven de vehículo en el que subir al lector y, sin derrapajes ni brusquedades, como si de un vehículo con transmisión variable continua se tratara, darle un agradable paseo por su particular personalidad. Al igual que en el estándar, el análisis del test está basado en las respuestas que da el individuo, en este caso el autor y, en consecuencia, el lector quien durante la lectura puede vincularse, o no, relacionarse, o no, con lo que subyace en una narración, aparentemente cronológica, que resulta en un recorrido por el hábitat natural del óxido que nunca duerme y de las imágenes que contienen mucho más de lo que el ojo que las observa es capaz de percibir.

Si "Memorias de un hippie" era la rocambolesca antesala del lisérgico "Psychedelic Pill", "Mi vida al volante" conduce, con sorna y retranca, hasta el introspectivo "Storytone". Y si hay dudas al respecto de esto último, ahí tenemos a Neil metido en la cabina, gorra calada hacia atrás y manos libres para la armónica, mientras el bueno de Waddy Wachtel toca la guitarra eléctrica en "Like You Used To Do", "When I Watch You Sleeping" y luce el solo instrumental en "Say Hello To Chicago" y, es el caso, en "I Want To Drive My Car".

(Ver el vídeo en ventana completa)

 
 
 


El fruto de una vida al volante, noche y día:


¡Larga vida!

 
 

1 comentario:

manologranpa dijo...

Sesudo y concienzudo análisis. Gracias Tasio. Abrazote